Hola chiquis, ¿Cómo andan?, bueno estas semanas comenzaremos a trabajar sobre otro género literario. A continuación, les envío el primer cuento de fantasmas para leer, si bien ya lo leí por zoom, hay algunas cosas para releer y preguntas para contestar.
Cualquier duda me escriben. Besos
Actividad 1 Leer un cuento de fantasmas: “El jinete del Portezuelo”
Les propongo la lectura de un cuento de la antología “De espantos y aparecidos”. Antología de cuentos populares argentinos.
Comenzaremos a trabajar sobre este género literario, les voy a contar que todos los relatos tienen un origen oral, que fueron recopilados por estudiosos/as de la cultura popular argentina a partir de los relatos de distintos/as narradores/as de los pueblos de nuestro país. Las ciudades como en las que vivimos también son escenarios de historias de fantasmas y en las siguientes semanas vamos a leer algunas de ellas. Luego de la lectura conversaremos acerca de algunas cuestiones.
¡A leer!
El jinete de Portezuelo
El jinete del Portezuelo —¡Ay, mamita! No sabés lo que vi. —No, no sé. Mirá, Clara, vos venís siempre con historias raras, así que ni me imagino qué viste esta vez. La madre se la quedó mirando, mientras dejaba de cortar las papas para la tortilla que pensaba hacer para la cena. —Vi… vi algo allí en la curva del camino, donde arranca el monte, yendo para el cerro del Portezuelo… —Aah, entre los pinos —le dijo la madre. —Sí, ahí, era un hombre a caballo, pero parecía una sombra, se veía todo negro, ¿viste? Y había viento y se escuchaban gritos o algo así, ¿vos no escuchaste nada? —No, no escuché nada. —¡No puede ser! Las ramas se movían y el caballo relinchó, el hombre gritaba; reculó y salieron disparados para el cerro.
—Mirá, nena, en una noche sin luna, una se puede confundir, se ven sombras, algún pájaro que chilla acomodándose en una rama o un perro, qué sé yo… Tendrías que haber llevado la linterna y listo. Ya estás grande, tenés 15 años y seguís asustándote de cualquier sombra. Lo que quiero saber es si conseguiste los huevos para la tortilla, tenías que ir a lo de los García a pedir seis y traerlos. —Después de lo que vi, vine corriendo a casa, me dio miedo; no me pidas que vaya porque no salgo más. La madre soltó el cuchillo, agarró la linterna y, mientras iba a casa de los vecinos, pensaba en que las excusas de su hija para no hacer lo que le pedía eran cada vez más extrañas y traídas de los pelos. Al otro día, los compañeros de Clara escucharon su historia y también le hablaron de la oscuridad y de lo fácil que es ver lo que no está en la noche, pero Clara insistía, hasta que finalmente la dejaron sola, cansados de escucharla. Después fueron público involuntario de su relato los docentes, los vecinos y los clientes del almacén que quedaba al costado de la ruta. Todos insistían en que había sido un engaño de la noche, que en realidad no había pasado nada… Pero Clara sabía lo que había visto. También sabía que en el pueblo no iban a creerle y que ya estaban mirándola con un poco de pena, así que no habló más. Pasaron unas semanas y la chica ya pensaba que efectivamente su imaginación le había jugado una mala pasada, así que esa noche bajó la linterna del estante de la cocina y decidió ir a lo de Marita, su amiga. Justo cuando pasaba por la puerta del almacén, alguien le chistó. Era un hombre sentado al costado de la puerta del negocio, que le dijo: —Te estuve buscando. Quería decirte que yo te creo, porque sé lo que viste. Clara se acercó despacio y le pareció reconocerlo de haberlo cruzado varias veces en la plaza. Más tranquila le preguntó: —¿Y qué fue lo que vi? —Te explico: En las sierras del Portezuelo se ve siempre un jinete que anda montao en un caballo negro y muy brioso. Este hombre anda siempre al galope. El jinete sale de la cumbre y galopa hasta el mismo paso, hasta el Portezuelo, y se vuelve. Y así anda mucho tiempo al galope subiendo y bajando. Dicen que casi siempre grita y grita. No se sabe si dice algo, pero sus gritos son parecidos a los gruñidos del cerdo y se oyen desde muy lejos. Cuando sale este jinete, corre un viento muy fuerte en el valle y seguro que llueve. —Es lo que vi esa noche, estaba segura… Pero, si se ve siempre, ¿por qué nadie me cree y todos me aconsejan olvidar lo que vi? —le preguntó Clara. —Lo que pasa es que la gente elige no ver esas cosas, y si las ven, se hacen los olvidadizos o hacen que no entienden bien. Se dicen para adentro: por ahí fue el viento o un bicho, la oscuridad o la luz de la luna. —Pero ¿por qué…? Es más fácil aceptarlo y no hacerme pasar por loca. —Es que si lo aceptan, tienen que preguntarse quién o qué es el jinete… —Para mí, es un fantasma, ¿no? Algo que aparece para asustar, un aparecido, como dicen los paisanos. —¡Ey, Clara! ¿Con quién estás hablando? Clara se dio vuelta para ver a un grupo de sus amigos que la señalaban, se reían y se daban codazos entre ellos. Asombrada, se volvió para señalar al hombre con el que estaba hablando, pero no había nadie, no había nada.
Actividad 2 ¿Quién sabe otra historia de miedo?
Luego de leer el cuento, anota las respuestas en la carpeta o en un archivo de Word.
· ¿Quién es el “jinete”?
· ¿Y el “hombre” con el que habla Clara?
· ¿Por qué te parece que ella lo ve y sus amigos no?
· ¿Alguna vez habías escuchado cuentos de aparecidos? ¿Cuáles?
· ¿Y alguien de tu familia conoce estos relatos? Si conocen algunas historias, anotá en tu carpeta quiénes son los personajes que las protagonizan, cómo son y qué sucede en cada una (o en la que más te guste), las compartiremos por zoom.
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