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6º grado: Migraciones


Hola chiquis, lee envío ultima parte de sociales.
¡Espero que les haya gustado el tema, cualquier duda me escriben!!
Besos

Les propongo, como ya lo hicieron con la historia del inmigrante italiano, Giovanni, analizar el relato de la experiencia de una mujer que migro hacia Argentina en las ultimas décadas. Se trata de Rosa, cuya historia puede tomarse como representativo de otras tantas historias de miles de mujeres migrantes.




Rosa - Vivir el barrio

Fragmentos de “Vivir el barrio. Rosa. El derecho a la participacion comunitaria” del libro “Inmigradas: mujeres que cruzaron fronteras” de Esteban Widnicky. 1a edicion especial - Ciudad Autonoma de Buenos Aires, 2017)

Los días de calor Rosa se sienta en la vereda, o en ese continuo que es vereda y acera, de cara al portón siempre abierto del Refugio Mujeres Unidas en Acción, sobre una de las calles internas del Barrio Fátima, en la Ciudad de Buenos Aires. Con Princesa echada a sus pies y algún otro perro siempre atento al llamado de su voz, Rosa responde al saludo de la gente que pasa. El saludo es convención en el barrio. Alguien se detiene a prolongar la charla. Está quien se acerca con una necesidad o con alguna novedad acerca de lo que acontece manzanas adentro. Ella, entonces, acciona, decide, contacta. Lo hace en su condición de presidenta del barrio, cargo para el que fue elegida por voto popular en el año 2014.
Ella casi nunca está sola. En el Refugio o en su casa, se trate de una búsqueda de urgencia o de una charla al paso en el trajín cotidiano, las personas van y vienen. Y la palabra circula y las lenguas se entremezclan. Y en el discurrir de los relatos, sobreviene una frase en guaraní y una respuesta en español, o al revés. Las conversaciones fluyen en un contrapunto de cadencias y códigos compartidos. A pesar de tan expresiva oralidad, Rosa dice no saber “guaraní, guaraní”, el que se aprende en la escuela. Es que Rosa dejó inconclusa la escuela primaria en el andar constante de su familia entre Paraguay y Argentina mientras fue pequeña. Ni el himno paraguayo pudo terminar de aprender por aquel entonces. “Siempre fuimos tipo gitanos, íbamos y veníamos”. Como sucede con personas que migran, a Rosa le fue difícil dejar de sentir la extranjería, ser un poco de dos lugares, al tiempo, de no serlo de ninguno plenamente. “Yo no soy de Paraguay ni de acá. Acá soy paraguaya y allá soy curepa”. Este es un término utilizado en Paraguay para referirse a las personas o cosas
originarias de la Argentina.
Rosa inauguró la adolescencia trabajando “cama adentro”, sintiéndose presa, casi esclava. Era una indocumentada más en tiempos difíciles para regularizar la situación migratoria. Un fin de semana decidió que no volvería a la casa de sus empleadores. Un nuevo trabajo en un supermercado le devolvió la libertad y sobre todo la posibilidad de hablar con todo el mundo. Por aquel entonces tenía quince años y muchos pretendientes. Para la época, para sus padres, esa libertad y desenfado juvenil se volvió motivo de preocupación. Resolvieron, entonces, enviarla a la casa rural de la familia, en Paraguay. Lo que debió ser un modo de control, Rosa lo vivió como un desafío y lo capitalizó como aprendizaje. Redescubrió su tierra a través del trabajo mal pago y del quehacer doméstico sin tregua: cosechaba algodón y ajo, molía el maíz, sacaba el agua del pozo, inventaba comidas, ayudaba a su abuela. Y el castigo no fue tanto porque “ganaba mi plata y aprendí a valorarla” o tal vez no tuviera el
efecto buscado porque “donde voy me encanta”.
La violencia se cuela en los recuerdos que Rosa conserva de esa época, por ejemplo, el del patrón al que enfrentó con su temperamento indoblegable y que no logró el propósito de llevársela con él. A Rosa no le eran ajenas esas maneras de tratar a las mujeres; las había vivido desde pequeña en su propia familia y, desde entonces, había ido cocinando rebeldía.
Pasado un tiempo, Rosa regresó a Buenos Aires y se instaló en la villa, en lo que es hoy Barrio Fátima, muy diferente por entonces: todas casitas de cartón. La villa es el lugar donde se vive pero del que no se habla fronteras afuera, esas que el trabajo exige trasponer. Rosa demoró mucho en contar a sus dos empleadoras dónde vivía. Primero fue el temor de que no la emplearan, después fue la vergüenza. Llegó a inventarse un lugar residencia ficticia: los monoblocks. Rosa recuerda que cuando finalmente se animó a decirlo, una de ellas la ayudó a armar su propia casa. Podría decirse que la ayuda fue mutua, porque Rosa cuidó de sus hijos y de su hogar. 
(...)
Cuando la epidemia de cólera llegó al barrio, por los años noventa, la necesidad imperiosa de cuidados colectivos la llevó a trabajar codo a codo con los médicos del centro de salud. Recuerda las primeras reuniones entre mujeres que empezaban a organizarse en la Capilla Nuestra Señora de Fátima, recién levantada 
(...)
Rosa va enumerando cada lugar, el Polideportivo, la Casa Fátima, el Jardín Maternal, la Asociación Construyendo Sueños, y nombrando, a sabiendas que son muchas más las mujeres que codo a codo luchan con ella, a Nadia, Lorena, Rosmery, Zulma, la hermana María. Sentada en la mesa de su casa, esperando la chipa recién horneada que ha amasado su marido, y al tiempo que da una indicación a una de sus siete hijos mientras abraza a un nieto, Rosa sintetiza el hacer en ese pequeño universo que es su barrio, de un modo contundente: “se trata de trabajar con el corazón”.
(...)
Y a Rosa se la llevan los pensamientos y se debate en la duda sobre adoptar la nacionalidad argentina. Es condición que se le impone cuando piensa en aspirar a un cargo electivo, como comunera, como legisladora. “No hay ninguna villera en esos espacios”. Y ella bien sabe, como lo supo siempre, que todo hacer es político. En ese hacer, anda, camina, vive e imagina trascender el barrio.

¿Qué les llamo más la atención de su vida?

¿Cuándo y dónde nació?

¿Cómo era su vida en Paraguay?

¿Qué actividad tenia?

¿Cómo eran sus ingresos?

¿Cómo era el lugar donde vivía?

¿Por qué decidió irse de su país?

¿Quién tomo la decisión?

¿Qué sintió?

¿Por qué eligió venir a Buenos Aires?

¿Por qué Rosa dice “Yo no soy de Paraguay ni de acá? Acá soy paraguaya y allá soy curepa”

¿Cómo fueron sus primeros tiempos en Buenos Aires?

¿De que trabajaba en sus dos venidas a Buenos Aires?

¿Dónde vivía?

¿De qué trabaja hoy?

¿Qué les llamo más la atención de la historia de Rosa?


Luego, realicen una comparación entre la experiencia de Giovanni, migrante intercontinental, y Rosa, migrante latinoamericana. Pueden realizarla redactando un texto o armando un cuadro comparativo. Si eligen esta última opción, al armar el cuadro no olviden ir señalando que están comparando. Por ejemplo, de esta manera, pudiendo agregar los temas que consideren importantes.




Actividad de cierre:


Les propongo que se pongan en la piel de los migrantes de distintas épocas y responder a las siguientes preguntas:


¿A quienes extrañarías mas si migraras?

¿Qué llevarías con vos si tuvieras que migrar?

¿Qué echarías de menos de tu país si tuvieras que dejarlo?

¿Te has sentido como extranjero alguna vez?

¿Qué crees que era lo más difícil de migrar en el pasado? ¿y hoy? ¿Te imaginas como será migrar en el futuro?







Para descargar la actividad, hacé click acá


Para descargar los capítulos de la novela, hacé click acá


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